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miércoles, febrero 23, 2005

Villa Kunterbunt 

Así se llama la casa de la Pipi Langstrumpf y un centro social de juventud en casa el coño en Berlín. El viernes vi que ponían dos pelis de Kubrick allí, y lié a otros cuatro pa ir. Fue un descojone porque llegamos allí y era como una casa pegada a el edificio de un colegio, picamos a la puerta y nos abrió una chavala que se metió de nuevo en la cocina sin decir nada. Así que pasamos a la primera puerta abierta que vimos, que era una especie de salita: un sofá, una tele, dos estanterías, bastante mierda por ahí y algunos carteles de movimientos sociales pegados en la pared. En el sofá había dos crías muy gruchis. Una de ellas tocaba un instrumento hecho por ella misma, una especie de ukelele. Se quedaron flipando con nuestra llegada y nos preguntaron qué hacíamos allí. Les dijimos que veníamos a ver las pelis y que lo habíamos leído en el stressfaktor, y se mostraron encantadas, decían que nunca nadie había subido hasta allí a participar en ninguna de las cosas que habían hecho.

Nos dijeron que no podíamos ver la anunciada "Eyes wide shut" porque era en dvd y no tenían reproductor de dvd, pero que tenían otras dos en video y que podíamos escoger y ver lo que quisiéramos, que ellas iban a cocinar. Supuestamente en el anuncio en el stressfaktor ponía que tenían Vöku (creo que ya lo expliqué alguna vez, cocina del pueblo, vamos comida a precio de risa). Así que allí nos estuvimos pegando con el sonido del video mientras que una de las chavalas nos traía café, cerveza, glühwein... y más tarde un plato de coliflor y otros vegies al horno, con pan de ajo, y ensalada de frutas de postre, por un euro o dos.

Pero lo mejor de todo no fue la comida, fue la peli. Al final escogimos ver Dr. Strangelove or: how I learned to stop worrying and love the bomb, que en español tiene un nombre un poco infantil: Teléfono rojo?: volamos hacia Moscú. Es una pasada de peli que es una divertidísima sátira de la guerra fría, donde cada personaje (unos cuantos interpretados por Peter Sellers) representa a un conjunto completo de población. El primer diálogo telefónico entre el presidente de los Estados Unidos y el ruso, es un descojono absoluto.

Lo único malo de la noche fue que tuvimos que aguantar a una freak más, la del "ukelele". Era una chavala muy amable; tanto, que no paró de traernos cosas y de amenizarnos con su conversación... DURANTE LA PELI!! Nosotros al tercer comentario no le seguíamos la bola, pero todos conocemos a los freaks, no les hace falta. Joer, que rollo. Algunos de sus comentarios parecían de un niño de 3 años: "wow, ahora el coche explota" y cosas así. Cuando se cansó de eso, cogió un libro de la estantería y se puso a leerlo en alto. Yo además la tenía sentada a mi lado y me apetecía estrellarla. Pero lo peor fue cuando le dio por tocar el ukelele. Empezó intercalando unas notas aquí y allá entre las conversaciones de los actores, y acabó arrancándose un rock, por decir algo, como si estuviese en un concierto. Ahí ya una de mis amigas le dijo que si no le importaba bajar el volumen. Le sorprendió la petición. Yo me parto.

Bueno, aún así disfrute mucho la peli, pero me han quedado ganas de verla en paz.



jueves, febrero 17, 2005

A petición de los lectores. 

Desde un comentario el otro día Eva me pedía que hablase de tiendas de ropa alternativas en Berlín, así que ahí voy, no sin antes hacer un par de aclaraciones: primero, que entiendo por ropa alternativa todo aquello que no sea Zara, Mango, H&M, etc, y segundo, que yo casi toda la ropa que compro, que no es mucha, la compro en las tiendas que acabo de mencionar, y además, en España ;-)

Pero una cosa no quita la otra y sí sé de algunas tiendas en Berlín, y lo que no sé yo me lo cuentan mis amigas, que pa eso están. De todos modos no voy a nombrar tiendas concretas, si no calles donde te puedes mover y encontrar varias tiendas interesantes. En Berlín hay muchísimos diseñadores jóvenes que disponen de su propia tienda y hacen cosas muy interesantes. El mayor problema es que siempre lo venden todo carísimo. Pero además de esto hay un extenso y a veces sugestivo merecado de ropa de segunda mano. Voy a nombrar tres zonas donde se concentran algunas de esas tiendas:

-Kastanienallee en Prenzlauerberg. Por esta calle tenéis que pasar de todos modos cuando vayáis a la peluquería, Notaufnahme, o a desayunar un brunch al Cafe Morgenrot, o a tomaros cualquier cosa a el cafe "An einem Sonntag im August". Según muchas guías una de las calles más hip de la ciudad. U-bahn: Ewerswalderstr.

-Desde el S-bahn Hackescher Markt en dos direcciones. Una es coger la Oranienburgerstrasse que también esta llena de tiendas de ropa y calzado, un poco más adelante de bares y restaurantes, y por todo el camino de prostitutas curiosísimas, comparadas con las que tengo vistas por Gijón. Aquí la prostitución es legal. Tan legal que te ofrecen los puestos en el Arbeitsamt, la oficina del paro, y ahora como andan con esa ley de que no puedes rechazar más de tres ofertas de trabajo, pues se dan unas situaciones muy curiosas, por así decir.
La otra opción es subir por Rosenthalerstrasse y torcer a la derecha entrando en la Weinmeisterstrasse o mejor dicho en la Neue Schönhauserstrasse y continuar por la Alte Schönhauserstrasse donde hay al menos dos tiendas con ropa de segunda mano, Soma y Tenderloin.

-La Oranienstrasse en Kreuzberg. U-bahn Kottbusser Tor. También tiene unas cuantas tiendas con ropa de diseñadores de Berlín.

Se me está ocurriendo también que hay alguna en la Gneisenaustrasse. Por donde de todos modos también hay que darse un paseo, Bergmannstrasse, el Kreuzberg, ays, es todo de un bonito. Ye que ahora es donde vivo yo. Por cierto, nos comimos un brunch alucinante de rico y de cantidad por menos de 5 euros en el Arman, un restaurante indio en Mehrindamm 45. Ahí al lado también. Por esa zona hay un montón de sitios para comer, muy baratos además, pero aún estoy en fase de exploración.

Y por supuesto no dejéis de daros una vuelta por los mercadillos, los Flohmarkt, os recomiendo el de la Boxhagenerplatz en Friedrichshain, es pequeño pero tiene cosas monas. Luego está el mítico de la Strasse des 17. Juni, que es inmenso pero bastante caro. Pero hay muchos más. Si pasáis por turismo y lo pedís os dan una lista de mercadillos con los horarios.

No se me ocurre nada más por el momento. Si alguno de mis amigos quiere añadir algo...

lunes, febrero 07, 2005

La nieve llegó... y se fue.  

Durante casi una semana tuvimos la ciudad cubierta de nieve. Duró lo que duró, pero le sacamos el máximo partido. El sábado hicimos una barbacoa en la nieve en el Viktoriapark, ahí al lao de casa, donde esta el Kreuzberg (la montaña de la cruz) que da nombre al barrio donde vivo. La idea fue del gringo y yo le secundé desde el primer momento, hasta que el mismo día -mientras nuestros escépticos amigos iban apareciendo por casa- a la vista de la tormenta de nieve que estaba cayendo, me entró la cagalera, lo admito. Pero como el gringo no se deja amedentrar y mis malos rollos se la traen floja (que no lo trato como una baqueta, como dicen las malas lenguas) pues como a las 8 de la tarde nos lanzamos a la aventura.

Fuimos 9 amigos, de 6 nacionalidades distintas, sin contar la DDR como una nacionalidad distinta de la alemana, pero teniendo en cuenta las dobles nacionalidades de 4 de ellos. (Esto parece uno de esos acertijos que nos traen por la calle de la amargura durante las ultimas semanas, el que más dio que hablar y que pensar fue el de que tienes 12 bolas, una de las cuales pesa distinto de las otras y una balanza de esas con dos platillos, bueno, pues tienes que adivinar cual es la bola que pesa distinto en un máximo de tres pesadas).

Bueno, que allí nadie iba a comer, todos iban por hacer la gracia, y al final a todos les entró el hambre y los 8 pinchos morunos que habíamos preparado no dieron ni pa empezar. Como yo soy la más guapa y la más lista me olvidé las salchichonas que habíamos comprado en casa, pero teníamos en la mochila unos tortellini que nos olvidamos de sacar al venir de la compra y alguien tuvo la brillante idea de ponerlos a la parrilla. Hicimos algunos experimentos, como remojarlos en nieve a ver si salian mejor, pero al final decidimos que así como vienen del paquete, unos minutinos vuelta y vuelta, y tienes unos snacks deliciosos. Nos comimos el paquete entero y lo bautizamos como la "torteque" (léase con pronunsiesion inglesa, tortequiu). Entre tanto el gringo se fue a casa y bajó las salchichas, unas patatas, e incluso sauerkraut que calentó en una sartén sobre la parrilla.

Nos quedamos todos encantaos con la experiencia y deseando repetirla, pero ya no hay nieve. Las ventajas de la parrilla en la nieve son que no hay mosquitos, todo es más higiénico, si se te cae la salchicha al suelo, al final no pasa nada, la bebida está fría, tienes el parque para ti sólo, incluso por la noche hay mucha mas luz por el reflejo de la nieve, y sobre todo, la gente no se arroncha y se tira en el prao hasta que le pongan la comida bajo la barba, en invierno todo el mundo quiere estar pegado a la parrilla y darle la vuelta al tortellini o cualquier cosa con tal de meter los dedos en las brasas.

Por si esto hubiese sido poca diversión, al día siguiente después de un más que copioso brunch en un chigre cuyo nombre no sé, pero que volveré a mencionar porque merece la pena, nos volvimos al kreuzberg a tirarnos por la montaña. Había un mogollón de gente con trineos dándose unos galletones impresionantes. El gringo a lo MacGyber vació una bolsa de basura de una papelera pa tirarse sobre ella y muy amablemente nos proveyó (dios, esto se dice así?) de una caja de cartón que encontró por ahí. Yo no sé si lo habéis intentado alguna vez, pero con un cartón como que no funciona. Así que allí estábamos mi amiga y yo intentando resbalar sobre la pendiente sobre ese cartoncillo donde ni siquiera nos entraban sendos culetes y apartándonos cada vez que se tiraba un niño camicace. El ataque de risa fue monumental, el nuestro y el de los que nos veían hacer el ridi. Hasta que a una chavala le dimos pena y nos dejó su trineo para tirarnos. Primero se tiraron nuestro amigo inglés y mi amiga y como era la primera vez que bajaban hasta abajo cuando vieron dos montañas de algo que parecía piedra delante de ellos decidieron tirarse del trineo (los trineos estos son tradicionales, es decir, ni frenos ni leches). Se pegaron una buena. Luego ya se dieron cuen de que eran montones de hojas secas y barro para frenar contra ellos. Así que el gringo y yo íbamos sobre aviso, pero igual nos tuvimos que tirar del trineo porque íbamos contra un árbol y a una velocidad de matarse. Fue una pasada, la verdad. A ver si vuelve a nevar y repetimos.



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